El mayor problema es que una plantación de maíz transgénico contamina la plantación no transgénica que pudiera estar al lado, e infecta a todas las especies locales. La transnacional agrega fertilizantes, pesticidas y herbicidas, que son venenos. Guatemala no solo perderá su patrimonio genético, sino su soberanía alimentaria, porque destruirá al pequeño campesino, quien se convertirá en dependiente de esa empresa.
SEMILLAS TRANSGÉNICAS
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